En casa: con mamá y con papá. En casa: con mi
abuelo o mi abuela. En casa: con hermanos, solos o con desconocidos. En casa,
nos insisten en que debemos quedarnos en casa. A nosotros, que no acostumbramos
parar tanto. A nosotros, que ansiamos conocer más y nos sentimos atrapados. A
nosotros, que tenemos todas las de salir. A nosotros nos piden que nos quedemos
en casa.
En casa. En esa casa donde dormimos pero no siempre
habitamos. En casa, con todas nuestras falencias, nuestros defectos, nuestras
fragilidades. En casa, donde quien somos sale a la luz y la convivencia con
nuestras familias y hasta con nosotros mismos se hace difícil. En casa, por
nuestra salud, para estar bien, para cuidar a los demás.
Estar en casa implica parar un momento, abandonar
la rutina y el ruido de la cotidianeidad. Estar en casa requiere mirar hacia
dentro, preguntarnos quienes somos, como estamos y que tenemos. Estar en casa
nos invita a "limpiar" nuestro interior y prepararlo todo para lo que
se viene.
Esta cuarentena es una cuaresma. Es un camino de
conversión, de mirarnos y revisar hacia donde caminamos. Es una oportunidad
para revisar la brújula de nuestras vidas y volver a marcar el norte allá, en
la Cruz de Jesús.
Esta cuarentena nos invita a prepararnos, poco a
poco, para el amor de un Cristo que nos toca la puerta todo el tiempo. Un
Cristo que nos dice aquí estoy, esperándote. Aquí estoy, listo para sostenerte,
darte la mano, para acompañarte cuando tengas miedo, para fortalecerte en lo
que te cuesta. Aquí estoy.
Hoy, Domingo de Ramos, Jesús llega. Llega en un
burro y sin ostentar. Llega en un burro y sin mentira o falsedad. Llega en un
burro y nos trae un mensaje de amor. Llega con todo su amor, con toda su
grandeza. Hoy llega y nos anticipa la historia. Llega y nos enseña que la
grandeza está en ser pequeños y que el cambio es necesario hacerlo desde
adentro. Jesús llega y nos invita a recibirlo.
Hoy Jesús nos tocó a cada uno de nosotros la
puerta. Una puerta virtual, llena de pestañas e información. Jesús se mete
entre el ruido de las redes, entre el alboroto de nuestro corazón. Jesús llega
y nos toca la puerta.
Hoy las puertas son virtuales, pero el Cristo es el mismo. Llega a nosotros por otros medios pero como siempre, nos abraza y nos invita a abrazar. Abramos las puertas de nuestras vidas, dejemos que Cristo reine en nuestro existir. Y vivamos esta Semana Santa deseosos de Cristo y con la certeza de que aunque no podamos comprenderlo, lo que vivimos es parte de un maravilloso plan que Dios tiene para nosotros.
Feliz Domingo de Ramos. Feliz Cristo Rey de nuestra historia.
¡Oh bella chao!

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