Estamos acostumbrados. Noche tras noche planeamos nuestros
días, las cosas que tenemos que hacer, los horarios que debemos cumplir. Y día
tras día nos levantamos y cumplimos, o no, con nuestros planes de la noche
anterior. Son rutinas que vamos formando, costumbres que adquirimos y muchas
veces no nos damos cuenta de la naturalidad con la que asumimos que debemos
HACER COSAS día a día.
¿Se han preguntado qué pasaría si un día no hacemos nada?
(Quizá en estos días de aislamiento nos cuesta un poco menos imaginarlo). Todo
empezaría la noche anterior: al acostarnos y pensar en el mañana diríamos
“Nada, no voy a hacer nada”, entonces quitaríamos las alarmas, cerraríamos los
ojos y los volveríamos a abrir al otro día, cuando nos despertemos porque sí.
Al levantarnos, cuando quisiésemos, comeríamos y luego volveríamos a la cama, o
nos iríamos al sillón o a la reposera en el patio. Volveríamos a echarnos y no
hacer nada hasta la próxima comida. Y así hasta la noche.
El día 1 de “Nada” tiene, aunque medio aburrido, algo de
atrayente porque muchas veces, luego de días agotadores, podemos haber deseado
un día así. Sin embargo, hoy nos cuesta menos imaginar lo que pasaría si esa
rutina se repite. No sólo nos llenaríamos de platos sucios, sábanas sin lavar y
ropa apestada. También nos encontraríamos emocionalmente vacíos y faltos de
algo, no sólo de la rutina. Y es que la rutina, aunque a veces lo olvidemos,
implica el primer paso en un gran camino hacia nuestro Proyecto de Vida.
Quizás, en esta cuarentena, muchos estamos transitando por
días “Nada”, días en que decepcionados o angustiados nos acostamos sin un
propósito o nos levantamos sin ganas de ejecutarlo. Muchas veces, nos encontramos con días grises
y nos sentimos solos y necesitamos de alguien que nos de la mano y nos levante.
En esos días grises, es importante recordar algo esencial en
nuestras vidas: Cristo nos sostiene y nos levanta, acompaña nuestro caminar,
está siempre a nuestro lado y nos invita a volar más y más alto. Y Mamá María,
cada día, abraza nuestras vidas.
Al hablar de Proyecto de Vida es fundamental recordar
aquello. Nuestro Proyecto de Vida tiene más que ver con aquella Vocación que
Dios nos tiene reservada, aquel llamado que nos hace a servirle y formar parte
de su Plan de Amor. Todos y cada uno de nosotros somos llamados por Dios a
amarlo y en ese amor, cada uno de nosotros es elegido por razones diferentes y
para misiones distintas. Cada uno debe descubrir aquel plan que se le tiene
reservado y trabajar para alcanzarlo.
Sin embargo, un Proyecto de Vida implica pensar más allá.
Debemos trabajar, día a día por aquello que para nosotros hemos deseado.
Acostarnos por las noches con un plan para el siguiente día es el primer paso
para comprender esto que nos toca. No basta con decidir si lo nuestro es la
vida consagrada, o la familia; no basta con elegir una carrera por sobre otra.
Hoy debemos comprometernos con aquel proyecto que tenemos. Debemos acostarnos
cada noche y planear el otro día tantas veces que con el tiempo sea rutina
planear los días para alcanzar esos sueños que tenemos. Planear días en los que
trabajemos por nuestros sueños hasta alcanzarlos y poder plantearnos otros
nuevos. El límite es el cielo, sólo
debemos HACER COSAS POR LO QUE QUEREMOS.
Palestra nos demuestra que soñar y lograr nuestras metas es
posible con el testimonio de los jóvenes que pasaron por el movimiento. Ellos
trabajaron y trabajan por sus sueños y hoy están cada vez más cerca de cumplir
con esos proyectos que tenían y tienen para sus vidas.
Por eso, hoy te traemos la primera de muchas notas que
vendrán. Son entrevistas a palestristas que nos cuentan su trayectoria en el
movimiento y como Cristo influyó en sus vidas y las cambió por completo.
Hoy Ivana Gonza, de la comunidad de Villa Esmeralda nos
cuenta sobre Palestra y su Vida.
1. ¿Hace cuánto tiempo estas en Palestra? ¿Cómo
influyó el movimiento en tu Vida?
Ivana: Hace 10
años que persevero en el Movimiento y
crecí mucho en él, tanto en formación como espiritualidad. Haciendo un
recorrido breve de mi pedaleo, los primeros tiempos fueron de sanación, y de
enamoramiento de Jesús, diría yo. Luego, un tiempo de crecimiento en autoestima
y de trabajo en la fuerza de voluntad, fundamental para poder expresar lo que
pienso, lo que siento al día de hoy. Finalmente, hasta la actualidad, un tiempo
de constante búsqueda, de toma de decisiones grosas que van marcando mi vida y
que a veces no resultan como las espero, pero sigo buscando la paz interior en
medio de tanto tumulto.
En cada etapa que me ha tocado atravesar, buenas, no tan
buenas y muy malas, me ayudaron las herramientas que el movimiento ofrece. Si
bien con la comunidad ponemos en práctica todas, me aferré fuertemente a dos:
la Piedad y la Educación. Aún en la inmadurez de mi vida, he experimentado que
la lucha es trabajo diario, minuto a minuto si quieres seguir el camino del
amor.
2. Sobre tu proyecto de vida, ¿cuándo comenzó,
cómo lo vas alcanzando? ¿Cómo influyó/influye Palestra en él?
Ivana: Mi
proyecto de vida comenzó cuando tomé la decisión de empezar una carrera. Hubo
altos y bajos, ganas de darlo todo y ganas de bajar los brazos, pero siempre me
acompañaba una voz interior que me decía “VALE LA PENA” y siempre me
replanteaba si era lo que realmente quería y la respuesta era SÍ, y yo
emprendía el camino nuevamente.
El año pasado logré un objetivo muy grande, me recibí de
profe de Biología. Ahora me falta un poquito para lograr otro, en esa lucha
estamos, ahora más animada, recargando nafta al motor para terminar. En estos
logros va parte de mi proyecto de vida, siento que todo el esfuerzo hecho va
dando sus frutos. Ahora empiezo una nueva etapa y con ella nuevos desafíos, los
cuales espero con ansias, pero a la vez con un poco de miedito (dicen que es un
buen indicador), resolviendo controversias interiores en el camino, pero
confiando en que todo es posible.
Con respecto al
camino en la carrera quiero compartirles que cada materia rendida, cada
decisión tomada fue en mayor o menor medida acompañada de la oración de donde
obtenía la fuerza para lucharla día a día: cuando no había ganas de estudiar,
cuando me hachaban en una materia, cuando pasaba semanas sin almorzar con mi
familia (bueno ustedes ya saben de eso). Palestra me ayudó principalmente a
confiar en que, si es algo bueno para mí y Dios así lo quiere, todo se va dando
en el tiempo, basta con ponerle voluntad, pero recordando siempre que todo es
un medio para llegar a Él.
Con respecto a lo que queda de mi proyecto, puedo decirles
que me encantaría poder formar una familia, pequeñita nomás (veremos que quiere
Dios). Pero bueno, para eso falta todavía, trabajaremos para que si es la
voluntad de Dios todo vaya surgiendo.
3. ¿Qué
mensaje le dejarías a los jóvenes que se están preguntando acerca de su futuro?
Ivana: Siempre que tuve
dudas acerca de qué es lo que debía hacer en mi vida -porque tuve muchos
momentos de sombras-, puse pausa, aunque no quisiera, para revisar mi interior. Buscando es como se encuentra dice
Jesús, nada es certeza en la vida del caminante, pero si te genera paz,
entonces la cosa va por ahí.
En este tiempo en que todo se ha paralizado, encuentro un
buen momento para navegar mar adentro, al interior y buscar constantemente.
Talentos los tenemos, de eso no tengo dudas, basta con que te des cuenta cuáles
son y los potencies y seguro algo grande surgirá de allí. Me decía un amigo
alguna vez: Dios nunca te enviará a donde no seas feliz.
Es una etapa hermosa la que atravesamos, no la desperdicies,
buscá incansablemente, aprendé a VIVIR.
Por último les comparto una frase que me gusta mucho:
“Saber vivir, es hacer lo mejor que puedes con lo que tienes en el momento que te encuentres”.
¡Oh, bella chao!
No hay comentarios:
Publicar un comentario