¿Nos les pasa que cuando les hablan sobre los santos los
imaginan muy lejanos? Yo me imagino a San Pablo, a Don Bosco. Me imagino a la
Madre Teresa o a Laura Vicuña y están “¡Allaaaá!”. Están allá, en las ropas de
antes, en las historias casi épicas, en los gestos que parecen de otra era y
que son tan de hoy que sorprenden.
Me los imagino y me cuesta un poco hacerlo pero más aún me
cuesta imaginar sus vidas antes de Dios. Pienso en mi vida y me doy cuenta de
lo loca y distinta que era antes de Dios y lo rara y diferente que sería sin su
amor. Cada uno de nosotros hemos sido llamados, por razones diferentes, a
compartir el infinito amor de Dios. Y ese es el regalo más grande que puede
habernos dado.
En el día de hoy, sin embargo, pensamos y oramos por un tipo
particular de Vocaciones. Rezamos y oramos por aquellos que, además de ser
llamados a compartir ese amor de Dios son invitados a servirlo y amarlo por
entero. Pensamos y oramos por quienes se entregan a la vida sacerdotal,
consagrada y de apostolado laico, y por cada uno de los que se pregunta acerca
de su vocación y que reza por el encontrar el camino. Pensamos en esos sujetos,
casi héroes del hoy, verdaderos llamados de Dios, que se entregan a la Vida de Dios y que nos demuestran su
amor día a día. Héroes de la vida cristiana, que con sus luchas y fragilidades
se esfuerzan día a día por acercarnos este Cristo Vivo que es amor infinito.
Hoy, para tener presente a cado de ellos, hicimos una breve
entrevista a nuestro querido Padre Gabriel. Él nos cuenta sobre su vivencia del
Sacerdocio, invitándonos una vez más, a unirnos en la oración.
1. ¿Cuándo
y cómo descubrió que su vocación era el sacerdocio?
Padre Gabriel: Tengo
la certeza de que mí llamado a la vida consagrada fue en el momento del bautismo. Es ese gran
llamado que todos tenemos cuando Dios pronuncia nuestro nombre el día que nos bautizaron.
Y esta es la gran vocación de ser hijos de Dios. Ahí creo que comienza mi
camino vocacional. Nací en una familia cristiana y forman parte de mi camino de
entrega al Señor, primero que todo, mamá y papá, por la vocación a la Vida. En este
camino también están metidas dos personas muy importantes que me marcaron: mi
abuela y mi tía paterna -la mamá de mi papá y la hermana mayor de mi papá-. Me
inculcaron muchísimo el amor a Jesús, el amor a la Virgen, el amor a la Iglesia;
ellos forman parte de mi camino vocacional.
Luego, en mi época de haber entrado en el Seminario en el
año 93, cuando comencé mi Seminario Menor. Yo por ahí cuando converso y cuento
digo que las etapas lindas de mi vida han sido en el Seminario, ¿no? El conocer
nuevos compañeros, nueva gente, nuevos sacerdotes; sobretodo los sacerdotes y
ancianos que marcaron mi vida, mi camino vocacional. Lo mismo cuando comencé a
hacer mis estudios filosóficos y teológico,
¿no? Tanto la filosofía acá en Salta como la Teología en Tucumán. Se
fueron dando, ¿no? También hubo unos 4 o 5 años que yo estuve afuera del
Seminario, replanteándome si mi camino era este, el camino vocacional de la
vida consagrada, o si más bien el Señor me llamaba a la consagración familiar, ¿no?
Creo que han sido 4 años en donde el Señor me bendijo, me mostró que este no era
mi camino, el de formar una familia, sino que era el camino de consagrarme a
él. Así que bueno, esto fue un poco en síntesis el cómo fui descubriendo mi vocación.
Yo ingreso al Seminario cuando tengo 11 años, ¿no? Así que
era chico, un niño. Y bueno, desde ahí se fue dando todo un camino hasta este
momento que ya gozo de tener 6 años de sacerdote.
2. ¿En
qué momentos se siente más cerca de Jesús, Buen Pastor?
Padre Gabriel: Tengo
recién 6 años de cura pero le doy gracias al Señor por donde anduve y por donde
comencé mi camino de servicio a la Iglesia a través del ministerio del Sacerdocio.
Le doy gracias al Señor por las comunidades por donde anduve y por donde estoy,
donde siento muy cerca la presencia de Jesús, no solamente como Buen Pastor
sino también como el gran amigo que consuela.
Sobretodo siento muy cerca la presencia de Jesús cuando
celebro los sacramentos, en la confesión, en la celebración Eucarística, cuando
presido los Bautismos. Son momentos muy fuertes donde se manifiesta que Jesús
es el Buen Pastor, que Él guía a la Iglesia y que nosotros somos sólo
instrumentos. Lo tengo muy cerca a Jesús cuando tengo la oportunidad de
conversar largos ratos, o por ahí horas, con mucha gente que se acerca con una convicción para manifestártela
o un problema, cuando inclusive tuve que consolar y llorar con fieles porque no
comprendíamos el camino de Dios. Siento muy cerca la presencia de Jesús en las
comunidades, ¿no?, comenzando por mi querida parroquia donde comencé mi
sacerdocio en la León XIII llamada también Parroquia Nuestra Señora del Valle;
con los chicos de Judelva, menores y mayores, ¿no?, jóvenes y adultos; con las
gentes de los mismos grupos apostólicos de parroquia. Después con ustedes de
Palestra. Son inolvidables los periodos motivadores que uno vive, que uno conversa;
cuando se dan charlas, cuando se acercan ustedes a conversar y dicen “Padre, ¿cuándo
podemos hablar?”, “Padre, ¿me puede confesar?”, “Padre, ¿le puedo hacer esta
consulta?”… Jesús está muy cerca y ahí lo siento muy cercano. También, en mi
labor educativa. Soy profesor de un colegio en donde me toca estar no solamente
como profesor sino como capellán y también tengo la realidad de los jóvenes, ¿no?
Y veo tan cerca la presencia de Jesús en todos estos lugares por donde estoy
que no puedo decir que el Señor no está. Si, el Señor está y se manifiesta como
ese Buen Pastor. Y al manifestarse como Buen Pastor, al manifestárseme a mí,
creo que el Señor se manifiesta en los demás. Así que bueno, estos son los
caminos en donde vivo, percibo y doy testimonio de que Jesús se muestra como
ese Buen Pastor y que me anima, a mí también, a tener los sentimientos de ese
Buen Pastor.
3. ¿Qué
mensaje le daría a los jóvenes que se preguntan sobre su vocación?
Padre Gabriel: Cuando
me toca hacer el primer año de la etapa teológica me invitan a dar un
testimonio vocacional y me acuerdo que esto marcó, yo creo mucho, mi camino
para seguirlo nomás al Señor y ya no dudar más. Fue, creo, en el año 2004/
2006, no me acuerdo bien. Recuerdo que cuando daba este testimonio vocacional
comencé diciendo -y lo sigo diciendo-: “SOY EL HOMBRE MÁS FELIZ”. En aquel momento
decía “Soy el hombre más feliz” porque, bueno, porque ya tenía la convicción de
que el camino que había elegido es un camino seguro, que yo no me iba a echar atrás.
Me acuerdo que lo repetí también en un periodo motivador de varones y de
mujeres, ¿no?, que dije también “soy el hombre más feliz porque soy sacerdote”.
Y aquí también habían estado presentes, en este
testimonio vocacional que me tocó dar en la etapa teológica, las
palabras del Papa Juan Pablo II, si no me equivoco. Cuando dice “Jóvenes, no
tengan miedo. Cristo lo da todo, no te quita nada”. El Señor me da todo, ¿no?,
no me quitó nada, y al contrario me sigue dando.
El Señor primerea, nadie le va a poder ganar al Señor. Nosotros
tampoco tengamos miedo. ¿En mi camino vocacional hubo crisis? Si, hubo crisis, hubo
miedos. Hubo inclusive tentaciones, re contra tentaciones. Pero siempre le pedí
al Señor que no me abandone, siempre le pedí al Señor que esté a mi lado, que
me de las luces para poder saber discernir este camino, ¿no? Y, queridos
jóvenes, siempre vamos a experimentar los temores. Los temores hay que
hablarlos, no hay que ocultarlos. Hay que hablarlos, buscar la persona que te
pueda guiar, hay que hablarlos. Y cuando uno habla, estos temores van pasando
porque vamos encontrando respuesta, Jesús mismo se da maña para darnos alguna
respuesta. Y por eso yo los animo a que no tengan miedo, ¿no? Lo más hermoso
del joven es cuando se anima a caminar hacia adelante, a seguir hacia adelante.
Sigan a Jesús. Es el único faro que nos guía, es el único camino que nos
conduce al Padre, ¿no? Nuevamente, no tengamos miedo. Cristo lo da todo, no nos
quita nada. Y por eso, con esa confianza, sigamos al Señor porque Él es nuestro
Camino, es nuestra Verdad y nuestra Vida y sólo tomándonos de la mano de él
vamos a poder encontrar la felicidad plena.
¡Oh,bella chao!
Imagen tomada durante la celebración de la Santa Misa el día 7/3/20, en la Apertura 2020.

gracias Padre Gabriel
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