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domingo, 3 de mayo de 2020

Llamados de Dios



¿Nos les pasa que cuando les hablan sobre los santos los imaginan muy lejanos? Yo me imagino a San Pablo, a Don Bosco. Me imagino a la Madre Teresa o a Laura Vicuña y están “¡Allaaaá!”. Están allá, en las ropas de antes, en las historias casi épicas, en los gestos que parecen de otra era y que son tan de hoy que sorprenden.

Me los imagino y me cuesta un poco hacerlo pero más aún me cuesta imaginar sus vidas antes de Dios. Pienso en mi vida y me doy cuenta de lo loca y distinta que era antes de Dios y lo rara y diferente que sería sin su amor. Cada uno de nosotros hemos sido llamados, por razones diferentes, a compartir el infinito amor de Dios. Y ese es el regalo más grande que puede habernos dado.

En el día de hoy, sin embargo, pensamos y oramos por un tipo particular de Vocaciones. Rezamos y oramos por aquellos que, además de ser llamados a compartir ese amor de Dios son invitados a servirlo y amarlo por entero. Pensamos y oramos por quienes se entregan a la vida sacerdotal, consagrada y de apostolado laico, y por cada uno de los que se pregunta acerca de su vocación y que reza por el encontrar el camino. Pensamos en esos sujetos, casi héroes del hoy, verdaderos llamados de Dios, que se entregan a la Vida de Dios y que nos demuestran su amor día a día. Héroes de la vida cristiana, que con sus luchas y fragilidades se esfuerzan día a día por acercarnos este Cristo Vivo que es amor infinito.

Hoy, para tener presente a cado de ellos, hicimos una breve entrevista a nuestro querido Padre Gabriel. Él nos cuenta sobre su vivencia del Sacerdocio, invitándonos una vez más, a unirnos en la oración.

1.       ¿Cuándo y cómo descubrió que su vocación era el sacerdocio?

Padre Gabriel: Tengo la certeza de que mí llamado a la vida consagrada  fue en el momento del bautismo. Es ese gran llamado que todos tenemos cuando Dios pronuncia nuestro nombre el día que nos bautizaron. Y esta es la gran vocación de ser hijos de Dios. Ahí creo que comienza mi camino vocacional. Nací en una familia cristiana y forman parte de mi camino de entrega al Señor, primero que todo, mamá y papá, por la vocación a la Vida. En este camino también están metidas dos personas muy importantes que me marcaron: mi abuela y mi tía paterna -la mamá de mi papá y la hermana mayor de mi papá-. Me inculcaron muchísimo el amor a Jesús, el amor a la Virgen, el amor a la Iglesia; ellos forman parte de mi camino vocacional.

Luego, en mi época de haber entrado en el Seminario en el año 93, cuando comencé mi Seminario Menor. Yo por ahí cuando converso y cuento digo que las etapas lindas de mi vida han sido en el Seminario, ¿no? El conocer nuevos compañeros, nueva gente, nuevos sacerdotes; sobretodo los sacerdotes y ancianos que marcaron mi vida, mi camino vocacional. Lo mismo cuando comencé a hacer mis estudios filosóficos y teológico, ¿no? Tanto la filosofía acá en Salta como la Teología en Tucumán. Se fueron dando, ¿no? También hubo unos 4 o 5 años que yo estuve afuera del Seminario, replanteándome si mi camino era este, el camino vocacional de la vida consagrada, o si más bien el Señor me llamaba a la consagración familiar, ¿no? Creo que han sido 4 años en donde el Señor me bendijo, me mostró que este no era mi camino, el de formar una familia, sino que era el camino de consagrarme a él. Así que bueno, esto fue un poco en síntesis el cómo fui descubriendo mi vocación.

Yo ingreso al Seminario cuando tengo 11 años, ¿no? Así que era chico, un niño. Y bueno, desde ahí se fue dando todo un camino hasta este momento que ya gozo de tener 6 años de sacerdote.



2.       ¿En qué momentos se siente más cerca de Jesús, Buen Pastor?

Padre Gabriel: Tengo recién 6 años de cura pero le doy gracias al Señor por donde anduve y por donde comencé mi camino de servicio a la Iglesia a través del ministerio del Sacerdocio. Le doy gracias al Señor por las comunidades por donde anduve y por donde estoy, donde siento muy cerca la presencia de Jesús, no solamente como Buen Pastor sino también como el gran amigo que consuela.

Sobretodo siento muy cerca la presencia de Jesús cuando celebro los sacramentos, en la confesión, en la celebración Eucarística, cuando presido los Bautismos. Son momentos muy fuertes donde se manifiesta que Jesús es el Buen Pastor, que Él guía a la Iglesia y que nosotros somos sólo instrumentos. Lo tengo muy cerca a Jesús cuando tengo la oportunidad de conversar largos ratos, o por ahí horas, con mucha  gente que se acerca con una convicción para manifestártela o un problema, cuando inclusive tuve que consolar y llorar con fieles porque no comprendíamos el camino de Dios. Siento muy cerca la presencia de Jesús en las comunidades, ¿no?, comenzando por mi querida parroquia donde comencé mi sacerdocio en la León XIII llamada también Parroquia Nuestra Señora del Valle; con los chicos de Judelva, menores y mayores, ¿no?, jóvenes y adultos; con las gentes de los mismos grupos apostólicos de parroquia. Después con ustedes de Palestra. Son inolvidables los periodos motivadores que uno vive, que uno conversa; cuando se dan charlas, cuando se acercan ustedes a conversar y dicen “Padre, ¿cuándo podemos hablar?”, “Padre, ¿me puede confesar?”, “Padre, ¿le puedo hacer esta consulta?”… Jesús está muy cerca y ahí lo siento muy cercano. También, en mi labor educativa. Soy profesor de un colegio en donde me toca estar no solamente como profesor sino como capellán y también tengo la realidad de los jóvenes, ¿no? Y veo tan cerca la presencia de Jesús en todos estos lugares por donde estoy que no puedo decir que el Señor no está. Si, el Señor está y se manifiesta como ese Buen Pastor. Y al manifestarse como Buen Pastor, al manifestárseme a mí, creo que el Señor se manifiesta en los demás. Así que bueno, estos son los caminos en donde vivo, percibo y doy testimonio de que Jesús se muestra como ese Buen Pastor y que me anima, a mí también, a tener los sentimientos de ese Buen Pastor.



3.       ¿Qué mensaje le daría a los jóvenes que se preguntan sobre su vocación?

Padre Gabriel: Cuando me toca hacer el primer año de la etapa teológica me invitan a dar un testimonio vocacional y me acuerdo que esto marcó, yo creo mucho, mi camino para seguirlo nomás al Señor y ya no dudar más. Fue, creo, en el año 2004/ 2006, no me acuerdo bien. Recuerdo que cuando daba este testimonio vocacional comencé diciendo -y lo sigo diciendo-: “SOY EL HOMBRE MÁS FELIZ”. En aquel momento decía “Soy el hombre más feliz” porque, bueno, porque ya tenía la convicción de que el camino que había elegido es un camino seguro, que yo no me iba a echar atrás. Me acuerdo que lo repetí también en un periodo motivador de varones y de mujeres, ¿no?, que dije también “soy el hombre más feliz porque soy sacerdote”. Y aquí también habían estado presentes, en este testimonio vocacional que me tocó dar en la etapa teológica, las palabras del Papa Juan Pablo II, si no me equivoco. Cuando dice “Jóvenes, no tengan miedo. Cristo lo da todo, no te quita nada”. El Señor me da todo, ¿no?, no me quitó nada, y al contrario me sigue dando.

El Señor primerea, nadie le va a poder ganar al Señor. Nosotros tampoco tengamos miedo. ¿En mi camino vocacional hubo crisis? Si, hubo crisis, hubo miedos. Hubo inclusive tentaciones, re contra tentaciones. Pero siempre le pedí al Señor que no me abandone, siempre le pedí al Señor que esté a mi lado, que me de las luces para poder saber discernir este camino, ¿no? Y, queridos jóvenes, siempre vamos a experimentar los temores. Los temores hay que hablarlos, no hay que ocultarlos. Hay que hablarlos, buscar la persona que te pueda guiar, hay que hablarlos. Y cuando uno habla, estos temores van pasando porque vamos encontrando respuesta, Jesús mismo se da maña para darnos alguna respuesta. Y por eso yo los animo a que no tengan miedo, ¿no? Lo más hermoso del joven es cuando se anima a caminar hacia adelante, a seguir hacia adelante. Sigan a Jesús. Es el único faro que nos guía, es el único camino que nos conduce al Padre, ¿no? Nuevamente, no tengamos miedo. Cristo lo da todo, no nos quita nada. Y por eso, con esa confianza, sigamos al Señor porque Él es nuestro Camino, es nuestra Verdad y nuestra Vida y sólo tomándonos de la mano de él vamos a poder encontrar la felicidad plena.


 ¡Oh,bella chao!

    Imagen tomada durante la celebración de la Santa Misa el día 7/3/20, en la Apertura 2020.

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