Lo sientes? Sientes el peso de su amor? Esa es la razón por la que hoy estamos aquí y vivimos la vida que tenemos, cómo no sentirlo?
Estaba escuchando una canción magnífica, Hasta la locura, y me preguntaba si soy capaz de amar de esa manera… Es la manera en que ÉL NOS AMÓ, la manera en que nos ama. No concibo amor más grande porque cuando miro a Jesús en la cruz redescubro que ese mismo amor es el que vemos Misa tras Misa en la Eucaristía.
Durante este tiempo, muchos nos hemos sentido obligados a pensar sobre nuestras vidas, nuestro futuro y lo que es más importante. Te ha pasado? De repente, ver las noticias, hablar por videollamada con un ser querido o incluso navegar en las redes te lleva por un solo camino: reflexionar. A veces, nos agobiamos entre tantas incertidumbres: no sabemos qué va a pasar, cuando vamos a volver a la normalidad, no sabemos cómo cuidarnos ni cómo planear un futuro cierto. A veces, no sabemos siquiera lo que pasará al día siguiente.
En estos días es muy difícil sentirnos calmos, sentirnos en paz. Una de las razones es que posiblemente, con la distancia, se nos olvida como cristianos el poder redentor de Dios, el amor de Jesucristo y la fuerza renovadora del Espíritu Santo.
Muchas veces me imagino a Dios Trino en la consagración: está Dios Padre, recordando su amor en el sexto día, reviviendo infinitamente la decisión de formar un Plan por el cual salvara a su pueblo de las cadenas que lo oprimían (el pecado, la muerte). Dios Hijo, Jesús, está sentado a la mesa con sus discípulos, diciéndoles que se queda –porque nos ama demasiado- viviendo al mismo tiempo el calvario de la cruz –porque nos ama hasta el infinito-. Y está Dios Espíritu Santo, que lo ha presenciado todo, desde el soplo creador, hasta el viento en las sandalias de Abraham; desde el primer latir de amor en María, hasta la última exhalación de Cristo; desde nuestra primera risa, hasta nuestra primera lágrima de dolor. El Espíritu Santo, que presenció los más grandes actos de amor porque es el amor que se queda con nosotros para enseñarnos a amar en esta nueva vida que se nos da. Es un Dios todo, que nos desde el principio y hasta el extremo, sin reservas, se nos da por entero.
Algunas veces se nos olvida. Hoy no, en adelante debemos trabajar porque ya no. En la vida nos pueden faltar muchas cosas, nos pueden doler muchas cosas. Podemos estar llenos de dudas y preguntas y no saber muy bien qué camino elegir. Los caminos son muchos, sólo debemos saber con seguridad hacia dónde ir. Nuestro destino siempre debe ser Cristo, cada día debemos caminar hacia él, correr hacia su amor porque allí todo es mejor.
“Puede faltar todo en la vida,
puede faltar hasta la vida.
Pero nunca quiero que me falte
el deseo de amarte hasta el final”.[1]
Como en el día de nuestra primera comunión, que no olvidemos nunca que en cada Misa Jesús es el centro. Y cómo en esta cuarentena, que sepamos siempre que en Jesús encontramos el consuelo. Y cuando no sepas a dónde ir, la presencia de Jesús Eucaristía te guiará. Aprendamos a amarlo, a amarnos y a amar a los demás hasta la locura. No nos cansemos de anunciar que Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida. Gritemos sin dudar que es Su Cuerpo el que nos da Nueva Vida. Luchemos por sentir como San Pablo y predicar:
“Ya no soy yo quien vive, sino que es Cristo quien vive en mí”. (Gal. 2, 20)
¡Oh, bella chao!
- JazdelCielo -
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